miércoles, 24 de octubre de 2007

El botellon de Badajoz

Badajoz, 23/02/04

Un estudio de dos sociólogos analiza el botellón en Badajoz
La investigación queda recogida en un libro basado en el 'Proyecto Futuro' que realizó la Junta de Extremadura
La Ley de Ocio incluye algunas de sus recomendaciones, como trasladar a los jóvenes lejos del centro urbano


Ángela Murillo

El botellón se ha convertido en un auténtico fenómeno sociológico que caracteriza una forma de ocio y diversión nocturna de muchos jóvenes extremeños desde hace varias décadas. Numerosos estudios han constatado los efectos perjudiciales que esta práctica produce en la salud de los menores de edad. Eso sin contar la suciedad y las molestias que genera a los vecinos afectados.
La Ley de Convivencia y Ocio de Extremadura, que prohíbe beber alcohol en la calle excepto en aquellos lugares permitidos por los ayuntamientos, ha logrado sacar el botellón del centro de las ciudades y pueblos, pero no ha conseguido zanjar el problema.
Para el sociólogo Artemio Baigorri, dicha norma ha sido, en general, efectiva, como en los casos de Cáceres o Plasencia, donde se ha logrado trasladar el botellón a lugares alejados del centro, aunque no tanto en la ciudad de Badajoz, donde sigue habiendo denuncias vecinales en la zona del paseo fluvial.
Consciente de este problema, La Editora Regional acaba de publicar un libro titulado 'El botellón. Un conflicto postmoderno', en el que sus autores, los sociólogos Artemio Baigorri y Ramón Fernández, explican este fenómeno partiendo de sus orígenes en distintas ciudades de la región.


De jueves a sábado

Como resultado de un exhaustivo trabajo de campo los autores han llegado a una serie de conclusiones. La más evidente es que el fin de semana comienza el jueves, sobre todo para los universitarios. El estudio constata que ese día se percibe un incremento en la caga y descarga en los bares de copas y en las tiendas de licores situadas en las zonas frecuentadas por los jóvenes para practicar el botellón, establecimientos que durante el día centran su actividad en la venta de golosinas y bollos para los niños.
Uno de los lugares más frecuentados para la práctica del botellón en Badajoz era la zona de Fremap. Un lugar bien localizado para los jóvenes por su fácil acceso desde cualquier barriada de la ciudad, así como desde el centro. No obstante, el Consistorio pacense, amparado en la Ley 2/2002 de 13 de marzo, sobre la Convivencia y Ocio de Extremadura, prohibió la práctica del botellón en este lugar y dispuso para ello tres sitios muy alejados entre sí: la zona fluvial urbanizada en la margen izquierda del río Guadiana, lo que se conoce como el paseo fluvial (desde el Embarcadero hasta el Puente de la Universidad); el área de aparcamiento del estadio municipal 'Nuevo Vivero' y toda la zona donde se ubica el nuevo recinto ferial, en la frontera de Caya.
Baigorri y Fernández destacan que Fremap era una «zona altamente problemática, pues en su entorno se encuentran ubicados una clínica y otros servicios socio-sanitarios, como el centro de día de ASPACEBA (Asociación de paralíticos cerebrales)».
En sus inmediaciones existían tres tiendas que vendían bebidas alcohólicas para el botellón. Los investigadores constataron que en ninguna de ellas se exigía carnet de identidad para comprobar la edad de los compradores, ni se respetaban los horarios límite a partir de los cuales no se puede vender alcohol.
Asimismo, el libro explica cómo los jóvenes que acuden a los lugares habilitados para esta práctica no se molestan en recoger la basura que generan, a pesar de que existen contenedores instalados para tal fin. «Ni siquiera meten los restos en una bolsa, o los amontonan en una zona», detallan los sociólogos. En este sentido, Silvia Fernández, vecina de San Roque de 20 años, dice que «sólo unas pocas personas recogen sus botellas del suelo y las llevan a una papelera para evitar que luego haya cristales».


El más caro

Por otra parte, en la investigación se destaca que el precio del botellón en Badajoz es el más alto de todos los que se celebran en Extremadura, ya que los jóvenes suelen gastarse una media de 4,13 euros (unas 600 pesetas), un euro más que en Cáceres. No en vano, sólo el 50% gasta como máximo tres euros (500 pesetas), mientras que el 6% de los jóvenes encuestados en Badajoz decía gastar más de seis euros (1.000 pesetas).
El estudio publicado por la Editora Regional de Extremadura constata el poco éxito que han tenido las alternativas ensayadas y finaliza con una serie de recomendaciones, destinadas sobre todo a reducir los efectos negativos e impulsar lo que los autores llaman el 'buen botellón'.
Entre esas conclusiones destaca el hecho de que el botellón sigue presente en todas las ciudades en las que se practica, con independencia de que se realicen, o no, programas de ocio alternativo. Dichos programas suelen tener un carácter itinerante y adolecen de la publicidad necesaria para atraer una mayor afluencia de público. En segundo lugar, la única medida realmente efectiva para hacer desaparecer esta práctica es la presencia policial. Y, por último, los autores señalan que son escasas las campañas de sensibilización sobre contaminación medioambiental y acústica derivada de la práctica del botellón.

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